domingo, 28 de octubre de 2012

Día Internacional del Judo

Hoy, 28 de Octubre, es el día Internacional del JUDO. Si os soy sincero no se porque esta fecha ha sido escogida para celebrarlo, pero me parece una oportunidad perfecta para hablar sobre JUDO.


Comencé a hacer JUDO cuando era pequeño, no por iniciativa propia si no porque mis padres lo escogieron así. Es algo común que a los niños se les apunte a actividades extraescolares, pero rara vez es algo que no sea fútbol. Yo pertenezco a ese grupo de afortunados que fue por otro camino.
De ese grupo de niños que empezaron a hacer JUDO de pequeños, apenas quedarán la mitad cuando sean mayores. Algunos cambiarán el JUDO por otro deporte, otros al verse en la decisión de escoger entre JUDO y otra actividad, abandonarán, y otros, simplemente, preferirán salir un viernes por la noche antes que entrenar.
¿Quién no tiene un amigo que cuando le dices que haces JUDO te contesta que el lo hizo de pequeño? Y cuidado, ¡que tenía cinturón amarillo-naranja!
Las personas que por el contrario siguieron haciendo JUDO a pesar de todo, que no cayeron en las tentaciones por el camino y que lograron salvar todos los obstáculos, comprenderán perfectamente lo que voy a decir a continuación:

El JUDO, es más que un deporte, es una filosofía, un estilo de vida. El JUDO crece contigo, te enseña valores esenciales para la vida y te permite ver las cosas de otra manera.
Es un sentimiento. En ocasiones bueno y en otras doloroso. Todo JUDOKA ha sufrido por no poder participar en una competición, por un mal arbitraje, por un mal sorteo, por un fallo en una técnica que te llevó a la derrota...
Pero no solo se sufre a nivel emocional. Los JUDOKAS son expertos en poner esparadrapo en cualquier parte del cuerpo. Eternamente doloridos, después de un duro golpe, una luxación, una estrangulación... ¿Quién no ha tenido que ser atendido por el médico en una competición? Los JUDOGIS, que tanto trabajo cuesta lavarlos, están siempre con manchas de sangre en las solapas y las mangas.
Eso por no hablar del hambre... ¡esas interminables dietas! Esos 100, 200 o 300 gramos de más en un pesaje que son como una puñalada...

Pero tranquilos, que el JUDO no es todo sufrimiento. Los placeres que te proporciona son incontables y superan con creces todo lo anterior.
El orgullo de ver como mejoras en las técnicas día a día, las recompensas del duro entrenamiento. La euforia que sientes cuando marcas un Ippon que te da la victoria. El compañerismo que se crea, aunque parezca increíble también con los rivales. Al final todos pertenecemos a la familia del JUDO, calentamos juntos, en ocasiones entrenamos juntos, nos damos la mano en el combate como símbolo de respeto. Con el JUDO puedes viajar, conocer gente. Vayas donde vayas, sabes que siempre vas a tener un gimnasio donde serás bien recibido. 

Cuando estás en un combate todo desaparece a tu alrededor, sólo quedáis tú y tu rival, frente a frente. Y tu entrenador, gritándote desde la silla de dirección.
Os miráis. Saludáis. Os dais la mano. Comienza la batalla. Agarre a solapa. Control de codo. Barrido. Esquiva. Desequilibrio. Fuerza. ¡IPPON!
Esa  sensación  mágica que sólo puedes comprender cuando la has vivido. Esa sensación que hace que olvides todos los dolores. Simplemente felicidad en estado puro.

Todo esto forma parte del JUDO. Un deporte con mayúsculas. 

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