Me levanté sobre las 5 de la mañana, me preparé y a las 6:40 ya estaba en la cima esperando la salida del sol a las 6:44. Fue una subida preciosa pero bastante tenebrosa. Había una niebla muy densa que no dejaba ver, a lo que hay que sumarle que era de noche y que no hay luz que ilumine el camino. Así que tuve que conformarme con la luz del frontal para abrirme paso entre las tinieblas. Estaba esperando que de un momento a otro me asaltara un hombre lobo o saliera un troll de entre los arbustos. Pero finalmente sobrepasé la capa de niebla y llegué a la claridad.
Por el camino me crucé con algún que otro animalillo y pude ver varios restos de nidos de ametralladoras de la guerra civil. Además de que en la carretera se encuentran dos joyas del Prerrománico Asturiano: San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco.
Sta. María del Naranco entre las tinieblas en la subida.
San Miguel de Lillo a la bajada, todavía con niebla.
Evidentemente no fui capaz de resistir la tentación de dar algún que otro salto...
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